Mallorca En Bicicleta: Ruta Por El Sur De La Isla Entre Mar, Historia Y Horizonte del Santa Clara Urban Hotel & Spa en Palma de Mallorca. Web Oficial.
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Recorre en bicicleta el sur de Mallorca con una ruta única: Palma, Llucmajor y Sa Ràpita entre paisajes, deporte y Mediterráneo.
El punto de partida: Palma, donde todo comienza
¿Hay mejor manera de descubrir Mallorca que al ritmo de los pedales? Desde el corazón histórico de Palma, la ciudad vibra con ese equilibrio perfecto entre energía y calma mediterránea. Las primeras pedaladas nos llevan por calles llenas de historia —la Catedral de la Seu, el Palacio de la Almudaina, los patios mallorquines que despiertan con la luz de la mañana— antes de dejar atrás el bullicio urbano para adentrarnos en el paisaje abierto del sur de la isla.
Desde aquí comienza una de las rutas más cautivadoras para los amantes del cicloturismo: Palma – Llucmajor – Sa Ràpita – Palma, un recorrido circular que combina historia, mar y tradición.
El recorrido: Palma – Llucmajor – Sa Ràpita – Palma
Son unos 95 kilómetros aproximadamente, con un nivel de dificultad moderado y un tiempo estimado de 5 a 6 horas, dependiendo del ritmo y las paradas. El itinerario es perfecto si lo que buscas es una experiencia deportiva accesible pero estimulante, con tramos llanos, carreteras bien señalizadas y paisajes que invitan a detenerse.
La ruta abandona Palma en dirección sureste, atravesando campos dorados y pueblos donde el tiempo parece detenerse. El camí vell de Llucmajor serpentea entre almendros, molinos de viento y viñedos, mientras la brisa marina se hace cada vez más presente.
Llucmajor: un alto entre historia y almendros
A unos 30 kilómetros de Palma, el municipio de Llucmajor marca la primera gran parada. Es el mayor término municipal de la isla y un lugar donde la esencia rural se mezcla con la historia. Su casco antiguo conserva una plaza mayor animada, terrazas soleadas y cafeterías donde reponer fuerzas con un pa amb oli y un café con leche bien mallorquín.
Quien tenga alma curiosa puede desviarse unos minutos hacia el Santuari de Cura, en la cima del Puig de Randa, para disfrutar de unas vistas panorámicas que abarcan media isla.
Sa Ràpita: el Mediterráneo en su estado más puro
Desde Llucmajor, la carretera se abre hacia el mar. El paisaje se transforma: el aire se impregna de sal y los tonos del campo se funden con el azul del horizonte. En menos de una hora se alcanza Sa Ràpita, una localidad costera serena y luminosa, famosa por su playa homónima y por su proximidad al Parque Natural de Es Trenc.
Aquí, las bicicletas descansan frente al mar. El paseo marítimo invita a disfrutar de un almuerzo sin prisa: pescado fresco, vino local y esa brisa que solo el sur de Mallorca sabe regalar.
El regreso: la luz de la tarde sobre los caminos
El camino de vuelta hacia Palma recorre paisajes rurales y senderos que se tiñen de tonos cálidos al atardecer. Pedalear de regreso es casi un ritual: el ritmo se suaviza, la isla huele a pino y a heno, y el horizonte se vuelve de oro.
La llegada a Palma, con el perfil de la catedral recortado contra el cielo, cierra la ruta con una sensación de plenitud difícil de describir.
Consejos prácticos para disfrutar la experiencia
La mejor época para realizar esta ruta es la primavera o el otoño, cuando las temperaturas son suaves y el paisaje mallorquín se muestra en todo su esplendor. Conviene llevar una bicicleta de carretera o gravel en buen estado, junto con casco, gafas, protector solar y suficiente agua para mantenerse hidratado durante el recorrido. En Palma existen varias tiendas especializadas donde es posible alquilar bicicletas y realizar mantenimiento, lo que facilita la preparación del viaje. Se recomienda salir temprano, para aprovechar la luz del día y pedalear con calma antes de que lleguen las horas de mayor calor..
El descanso merecido
Tras una jornada intensa, regresar al
se siente como un pequeño lujo. Entre los muros centenarios del edificio y el diseño contemporáneo de sus espacios, el cuerpo encuentra descanso y el alma, silencio. Quizás la mejor forma de cerrar la ruta no sea con una meta, sino con una sensación: la de haber vivido Mallorca desde dentro, a golpe de pedal y con la elegancia de lo auténtico.